martes, 15 de julio de 2014

Tema central: Las nuevas formas de hacer y enseñar la Historia y sus enfoques interdisciplinarios en el siglo XXI

En el mundo actual desde la década de 1990 se escuchan voces declarando la “crisis de la Historia”, frente a la cual una buena cantidad de profesionales en esta disciplina cree en ella, a otros “les da igual” y unos pocos opinan o plantean posibles soluciones. Nosotros como “futuros historiadores” no debemos hacernos “los de los oídos sordos” ante este fenómeno. Puesto que, nuestras disciplinas viven sus crisis independientemente del grado de conocimiento que cada colega tenga de ella. 
Debido a que tal proceso académico e histórico es consecuencia de las diferentes “crisis” que se presentaron a lo largo del siglo XX en el desarrollo de la civilización occidental. Ya que la Revolución Rusa de 1917;la crisis del liberalismo económico en 1929; las dos guerras mundiales; la crisis de la doctrina keynesiana en la década de 1970; el desmantelamiento del “Estado de bienestar” como producto de la ofensiva neoliberal desde fines de la misma década, y la caída del socialismo en Europa del Este a partir de 1989, constituyeron hechos históricos importantes que hicieron olvidar el proyecto de desarrollo y el sentido de progreso continuo implícito en la doctrina de la “Ilustración”[1]
En cuanto a América Latina, a partir de la crisis económica desatada desde comienzos de la década de 1980 o la llamada “década perdida”[2] y el fracaso de la política neoliberal aplicados en las naciones latinoamericanas durante las dos últimas décadas[3], obligó a los intelectuales de esta región a replantear todo el conocimiento científico y social que guiaron los planes de desarrollo en América Latina en los últimos cincuenta años. Como proponen algunos autores, estamos ante “la inminencia de un cambio teórico-metodológico en las Ciencias Sociales”[4].
Por su parte, la producción investigativa e histórica en Colombia pese a tener un amplio reconocimiento social, académico y político en el país. Tiene falencias y le falta rigor en la búsqueda de un debate profundo y utiliza un lenguaje complejo que no cumple con la tarea de influir en las discusiones públicas, de crear y ocupar un espacio de debate racional. Puesto que, posee un sistema político incapaz de cumplir con su obligación de proteger la vida de los ciudadanos, ya que, ha generado violencia y no la ha combatido eficazmente. Pues, esta ligada fundamentalmente a condiciones y conflictos políticos que ha limitado el ejercicio de la acción política mediante la imposición de una guerra privada en donde ha existido una fuerte complicidad de agentes estatales que debilitan la razón crítica por intermedio de la propaganda o la manipulación emocional que hacen en este ámbito los medios de comunicación de este país[5].
Por otro lado, haciendo referencia sobre el tema de la enseñanza de la Historia, vale la pena destacar que desde la década de 1990 se ha regresado a las viejas escuelas positivistas en la disciplina, en la Pedagogía y en las demás Ciencias Humanas y Humanas. Y todo esto se manifiesta en la incapacidad reconstructora del posmodernismo, que obligan a reevaluar y recuperar de forma crítica, y autocrítica de las experiencias vanguardistas de las formas de enseñar la Historia durante las décadas de 1960 y 1970 a la luz del paradigma planteado por la “Nueva Historia”, por las razones antes nombradas. A través de la implementación de un sistema educativo que limita las diversas innovaciones educativas que se producían en la enseñanza de la Historia y las Ciencias Sociales con el fin de retornar al modelo de enseñanza tradicional.
Y añadiéndole a lo anteriormente descrito, en Colombia, por ejemplo, la disciplina de la Historia, se ha dejado de impartir como asignatura en la Educación Básica. Pues, el Estado colombiano por intermedio de la Ley 115 de febrero 8 de 1994 emanada por el Ministerio de Educación decidió sacarla del pensum de primaria y bachillerato, y crear la de Ciencias Sociales; una mezcla de Geografía, Economía, Política, Antropología, Sociología, Cultura e Historia[6].
Partiendo de este marco contextual, este Congreso servirá como el eje central y articulador de los diversos intereses de los estudiantes de los pregrados y Licenciaturas en Historia, aclarando que nuestro proceso organizativo no es, ni debe ser el único referente colectivo y académico de este estamento universitario desde lo manifestado por el historiador francés, Fernand Braudel:
“[…] hoy, [estamos] ante responsabilidades temibles pero al mismo tiempo exaltantes. Sin duda, porque siempre ha dependido, en su ser y en sus transformaciones, de condiciones sociales concretas. “La historia es hija de su tiempo”. Su preocupación es, pues, la misma que pesa sobre nuestros corazones y nuestros espíritus. Y si sus métodos, sus programas, sus respuestas ayer más rigurosas y más seguras, y sus conceptos fallan todos a la vez, es bajo el peso de nuestras reflexiones, de nuestro trabajo, y, más aún, de nuestras experiencias vividas”[7].
[1] Roberto López Sánchez. “La crisis de paradigmas en la historia, las nuevas tendencias historiográficas y la construcción de nuevos paradigmas en la investigación histórica”. Espacio Abierto. Maracaibo, Universidad del Zulia, Vol. 9, Núm. 3, julio-septiembre, 2000, pp. 92-93.
[2] Llamada de esta forma por las consecuencias que produjeron en las dimensiones económicas y sociales en los países latinoamericanos. Tal crisis destruyo totalmente los modelos de desarrollo por “sustitución de importaciones” que se habían aplicado en el período de posguerra como la pretendida vía latinoamericana para salir del subdesarrollo. 
[3] Los ajustes neoliberales han aumentado enormemente la deuda externa de la región y profundizado las relaciones de dependencia con el capital multinacional. Tal hecho tuvo un efecto contrario en los países de la región, ya que, aumentaron en ellos los niveles de pobreza al mismo tiempo que crecieron las ganancias de las compañías multinacionales y de las burguesías criollas en el poder. 
[4] López Sánchez. “La crisis de paradigmas en la historia, las nuevas tendencias historiográficas y la construcción de nuevos paradigmas en la investigación histórica”. p. 92. 
[5] Para profundizar en el tema véase Jorge Orlando Melo. “Colombia: Perspectivas”. Gran Enciclopedia de Colombia. Bogotá, Círculo de Lectores, 1991, pp. 617-618. “La literatura histórica en la última década”. Boletín cultural y bibliográfico. Bogotá, Biblioteca Luis Ángel Arango, Vol. XXV, No. 15, 1988. pp. 59-69. “La Historia: las perplejidades de una disciplina consolidada”. Carlos B. Gutiérrez A. (Comp.). La investigación en Colombia en las Artes, las Humanidades y las Ciencias Sociales. Bogotá, Universidad de los Andes, 1991, pp. 43-55. “Universidad, intelectuales y sociedad: Colombia 1958-2008”. Conferencia dictada en la Universidad de los Andes, diciembre de 2008. [En línea]. Disponible en: http://www.jorgeorlandomelo.com/intelectuales.htm. 
[6] Revista Semana. “La crisis de la Historia”. Marzo 24 de 2012. [En línea]. Disponible en: 
http://www.semana.com/nacion/articulo/la-crisis-historia/255378-3 
[7] Fernand Braudel. La Historia y las Ciencias Sociales. Madrid, Alianza Editorial, 2002, p. 38. 

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